El desapego

«El desapego es el estado en el que una persona supera su lazo de unión al deseo por las cosas, personas u objetos existentes»

Ya. A mi me cuesta un montón. 
Es que yo soy querendona, camotuda. No solo con las personas sino también con algunas cosas porque siempre termino encontrándoles un significado o recuerdo especial, así que por mucho años me convertí en la popular «cachivachera».

Soy de las que pegaba chuchería y media en su agenda pascualina – o de garfield, dependiendo de la época – para guardarlas de recuerdo. La entrada del cine real, las típicas camisetas hechas con cajetillas de marlboro, chapitas, envolturas, etc, etc.

Cajetilla

Por años guardé todas y cada una de las notas, cartas, tarjetas que recibí.

Hace 8 años empecé a entender lo importante de desprenderse de las cosas materiales; un poco obligada por las circunstancias, ya que pasé de la casa donde había vivido los últimos 20 años a un departamento. A mi departamento. No pues. Ya no había espacio para tanta chuchería #botapues.

Si. Es necesario botar, romper, oxigenar, para darle espacio a cosas nuevas y para cerrar capítulos.

El desapego que involucra a las personas es un poco bastante más dificil. Personas queridas mueren, relaciones se terminan y yo particularmente, teniendo a mis papás en distintos continentes, recibía cada año una cachetada de desapego en Diciembre cuando tenía que separarme de mi papá y otra en Marzo cuando tenía que separarme de mi mamá. 
Y así iba aprendiendo. #acocachosaprendi

Este año tuve algunas pequeñas lecciones que tomé como señales para aprender a desprenderme de las cosas materiales. No soy materialista, ojo, pero a veces perdemos el enfoque de lo importante y estamos concentrados en comprar, consumir, tener. #quevivaelshopping

Aquí te van:

Episodio #1

Este año y por primera vez alquilé casa de playa. Contenta estaba.

Preparé cuidadosamente mi maleta para el primer fin de semana con todos los implementos necesarios para tratar de estar RAAAJJIA todo el verano. Mis bikinis nuevos, unos vestidachos, en fin, tu ya sabes.

Metí mi maleta (la favorita además) en mi chachicar y me fui a trabajar. 
Salí temprano, me fui a hacer las últimas compras para que no falte nada y después una parada técnica en la peluquería para la última manita de gato.

Para variar, todo lo hice apurada, abre y cierra la maletera, mensajeando con varias personas, distraída. 
Cuando llegué a la casa de mi partner – de muchas cosas pero para efectos de esta historia, del verano-  ella me pregunta por mi maleta. CHAN. 
Mi maleta no estaba. Un minuto de silencio por ella y por todo el contenido.

Para hacerte corto el cuento (y no aburrirte con denuncias, señorita juuuusto ahí no llega la cámara y demás) nunca supe qué o dónde pasó, pero aquí te paso una fotito por si la reconoces por las calles.

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Episodio #2

En Diciembre, con la primera grati de mi nuevo sueldo y con una super promoción navideña, decidí pasar del Galaxy S3 al Iphone 6 #yanoya. Oye feliz estaba. Foto por aqui, foto por allá.

La gracia me duró hasta el último fin de semana de Enero. Me lo robaron, lo perdí, intentó suicidarse y se lanzó de mi cartera o algo así.

Episodio #3

Ante tanto evento desafortunado, un buen amigo mío, con la generosidad que lo caracteriza y solidarizándose conmigo porque si, a él también le ha pasado, me prestó un iphone 5 que tenía de backup. 
Se lo agradecí en el alma porque mi Iphone 6 tenía contrato a 18 meses y ya te imaginarás que lo sigo pagando.

Era un buen día de playa, amigos, piqueos, vinos van, vinos vienen y de pronto SPLASH #demet. 
Vino un olón y se llevó todas nuestras cosas. Las devolvió. Las recuperamos. Pero adivina cuál fue el único celular que no sobrevivió? #strike2

Empecé a pensar que tenía que enfocarme más en mis experiencias que en las cosas materiales. Quizás gastar más en un viaje o en una comida con alguien que quieres. Había que tratar de verle el lado positivo. Y si, la verdad es que hay cosas peores en esta vida. Siempre puede ser peor.

También perdí por completo el juicio, aunque las malas lenguas dicen que ya lo había perdido hace tiempo #yestoydeacuerdo.

Así que aproveché cada recuperación para botar papeles, regalar y/o botar cosas. Con las 2 primeras muelas tuve UN mes de sufrimiento y de tiempo para limpiar mi casa, mi vida y mis recuerdos. 
Con las otras dos fue al toque nomás. Cambié de dentista. Un trome, te lo recomiendo.

Pero a pesar de haber estado bota que bota, regala que regala, cuando llegó el momento de empacar salió la cruda verdad. No sabes la cantidad de cajas que tenía de cosas que ya no me iban a servir o mejor dicho, que hace tiempo no me servían pero guardaba «porsiaca».  Tenía ropa con etiqueta.

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Por suerte, fueron varias amigas a ayudarme a empacar y me coaccionaron a deshacerme de ese polito viejito, de esa falda que ya no se usa #chiquivieja #graciasamixers. La verdad es que nada de eso me hace falta hoy.

Y sabes qué? Hoy siento que es mejor viajar por la vida ligera de equipaje. En todo sentido. Con la mente y el corazón libres de todo aquello que ya no tiene un lugar ahí, que ya no aporta ni te hace crecer.

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6 respuestas a “El desapego

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