En todos lados se cuecen habas

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Tengo la mala costumbre de confiar en las buenas intenciones de la personas.

Con el tiempo y a patadas he ido afinando el olfato para identificar algunos peligros, pero todavía me falta.

Siempre me han dicho que uno tiene que asumir que todo el mundo puede ser malo hasta que te prueban lo contrario pero yo voy por la vida pensando al revés; que la gente es buena y que si te traiciona o se portan mal, habrá que clasificarlos en el estante que corresponde y nunca volver a sacarlos de ahí.

Compañeros de trabajo que te sonríen y luego te clavan el puñal por la espalda, amigos que a veces por inseguridad o por un mal momento te traicionan o te meten cabe, enamorados como mi último ex que a la que él llamaba «mi ex» era en realidad una de las una relación paralela, gente que trata de estafarte… en fin, hay de todo en esta viña del señor.

Si. He sido de esas caídas del palto que se conmueve con cualquier historia y cae. #guilty

Como ejemplo de mi candidez te cuento esta historia:

Era Diciembre, 2002. Estaba a punto de irme 4 meses a Estados Unidos por estos viajes de «Work & Travel» a través de una agencia en Barranco. Chapé mi micro y me fui bien a la cartera de paja con todas mis pertenencias expuestas #siempreusacarteraconcierre #leccionimportante.

Era una como esta pero más chiquita. De fácil acceso para cualquier mano enemiga.

cartera paja

Cuando llegué a mi destino había cola y tenía que esperar mi turno.

En esa época los celulares no tenían internet ni whatsapp. Lo más entretenido era gilear por mensaje de texto o el jueguito ese de la serpiente. Se me ocurrió que quizás fuera una buena idea cambiar el ringtone de mi celular a uno más navideño. El popular jingle bells, por ejemplo.
Busqué en mi cartera y mi fiel Nokia 3280 no estaba #chan.

Celular Nokia

«Que no cunda el pánico», pensé. «Seguro me lo he olvidado en la casa».

Un par de horas después llegué a mi casa y busqué por todos lados. Fue inútil, mi celular (con su carcasa de zebra que me había traído mi tía querida de los yunaites) no estaba. #horror. Mi último recurso fue llamar por teléfono. Quizás se había caído en algún lugar dentro de  la jungla  mi cuarto y el sonido me llevaría hacia él.

RING, RING:

CH (de choro): Aló?
Yo: Aló Señor, ese es mi celular!!!
CH: Ah si señorita, soy Jacinto, el chofer de la combi. Se acuerda de mi?
Yo: No señor, pero si me acuerdo del cobrador (bien amable parecía)
CH: Ah ya ya, podrá venir a recoger su teléfono al paradero de San Genaro?
Yo: No señor, no sea malo, no habrá otra manera?
CH: Ya ya…. mira, yo voy a pasar por República de Panamá como a las 3pm. Estoy usando una gorra roja
Yo: Uy ya, te pasaste! entonces yo te espero a las 3pm al frente del Casimiro Ulloa.
CH: Si señorita, ahí le entrego su teléfono

#patrañas

Le compré un chocolate sublime, acorde a mis posibilidades del momento, como premio a su honestidad y fui a esperarlo. Mi papá me acompañó, pero lo hice esperar un poco mas allá para que el infeliz pobre no se asuste.

3pm: Nada.
3:15pm: Había parado ya a un par de micros de esa línea y ninguno conocía a Jacinto.
3:30pm: El celular estaba apagado
3:40pm: Me regresé a la casa con la lágrima en el ojo, el sublime derretido en la mano y el orgullo hecho pedazos.

Independientemente de lo mal que está robar, cuál era la necesidad de prolongar el sufrimiento? de hacerme creer que lo devolvería? de jugar con el tiempo y los sentimientos de una persona? Bueno, caí amixer. #redondita.

Me acordé de esta anécdota por algo que me pasó esta semana en Paris #losricostambiénlloran.

Luego de casi 2 meses, por fin nos iba a llegar el router del wifi. Si, leíste bien, 2 meses. #Isurvived. La empresa de correos te manda un mensaje confirmando la fecha y el horario en el que harán la entrega. Miércoles entre 8:00 am y 1:00pm. Mi galán se va a trabajar y me encarga que esté pendiente de la entrega.

09:15 am tocan la puerta. Yo abro con mi mejor sonrisa, lista para recibir el internet.

Me encuentro con un hombre medio creepy que me dice algo que por supuesto no entendí. Le pregunté si era del correo y aparentemente decía que sí. Me hacía señas para entrar para según yo, conectar algo. Sin darme tiempo de reaccionar, entra y se mete a la cocina y empieza a hablarme en algo que para mi sonaba como chino mandarín. Yo le hago señas y le digo que espere. Voy al cuarto a recoger el teléfono para llamar a mi galán y pedirle que me salve de esta. El hombre se mete al cuarto también.
Yo aterrada, lo esquivo, voy nuevamente hacia la puerta y le paso el teléfono. Cuando empecé a notar un altercado y a duras penas entender algunas cosas como que quería limpiar las chimeneas y «si vuelvo mañana te cobro el doble», me empecé a poner nerviosa. Al poco rato el hombre me devuelve el teléfono regañando y mi galán me dice: «le he dicho que se vaya de la casa en este momento». No sé cómo logré que saliera y le cerré la puerta en la cara.

Aparentemente el peligro no va más allá de hacerte creer que existe una nueva ley que te obliga a limpiar las chimeneas de tu depa, de lo contrario te cae tu multa y te estafan con algunos euros que tu no pensabas ni necesitabas gastar. Pero nunca se sabe.

Si, tropecé de nuevo y con la misma piedra. Pero cómo iba a pensar yo que alguien se iba a tomar la molestia de subir por las escaleras los 5 pisos de cada una de las torres de este edificio para ver si había algún incauto #comoyo.  Además juuuusto coincidió con el día de la entrega del router. Debí sospechar que algo andaba mal porque ni el cartero sube hasta mis dominios en el quinto piso.

En todos lados se cuecen habas.

Es increíble (y lamentable) como siendo peruano uno siempre está alerta.
Cuando viajo en metro o en tren no puedo evitar ir casi casi abrazada a mi cartera y siempre echándole una mirada a mi maleta. Cuando voy por las calles camino alerta y en días de lluvia como estos días en Paris, si la gente corre tu no tienes claro si:

a) Se olvidaron el paraguas
b) Están a punto de perder el bus
c) Hay un peligro inminente, lo han avisado y tu no has entendido nada
d) Es un choro

Lección aprendida! Tu crees que lo sabes y que nunca te va a pasar, pero pasa.
No le abras la puerta a nadie, ni aquí ni en la China. Y en mi caso, al menos hasta que pueda comunicarme, entender y si fuera necesario, defenderme.

Sí. Hay que  estar atentos y saber convivir con los peligros a los que estamos expuestos. En cualquier lugar del mundo.

Pero dejar de confiar en las personas? dejar de creer? No sé si pueda hacerlo. No me gusta vivir con un escudo protector como lo vine haciendo en estos años después de la última traición que ya te contaré en algún otro post. #ampaymesalvo

Hace poco leí una frase que me gustó: «Los corazones rotos se curan. Los corazones protegidos acaban convertidos en piedra»

Y lo cierto es que no podemos controlar ni elegir como se portan los demás en la vida, pero si podemos elegir cómo vivir la nuestra. Siempre se puede elegir hacer lo correcto.
Dormir todas las noches con la conciencia tranquila, sabiendo que viviste al máximo y que hiciste lo que debías y querías hacer sin hacerle daño a nadie, no tiene precio. Y como diría el buen Fito:

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4 respuestas a “En todos lados se cuecen habas

  1. Lindoooo, pero ten cuidado, a mi me paso algo muy parecido, tocaron la puerta para no me acuerdo que, algo que tenia que decidirse con Daryl, le dije que mi esposo no estaba ( primer error)y que regrese en una hora y que si nadie abria seguro que yo estaba en la ducha( segunda brutalidad, no me acorde de Psicho), yo toda buena gente, y el tipo me dice » me puedo meter en la ducha contigo» plop!

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